FACETAS DE MÉXICO
Pascacio Taboada Cortina/Jorge Martínez Cedillo
La marcha que convoca y alista el presidente Andrés Manuel López Obrador –para el próximo 27 de noviembre en la Ciudad de México– es calificada por analistas como una ocurrencia revanchista sin fines determinados. En apariencia, celebrará el cuarto año de haber asumido la Presidencia, pero su prioridad es demostrar que puede concentrar masas de miles de seguidores, “aunque sean acarreados”.
El acarreo de gente ha sido el secreto de su “popularidad”. Primero, claro, sólo ofrecía “tortillas duras”, pero después, las cosas mejoraron. Algunos han calculado que, en los tiempos de bonanza, el costo de contratar autobuses, alimentos y viáticos para animar a los seguidores, iba de 30 a 40 millones de pesos. Ahora, seguramente no bajarán de unos 100 millones.
La pregunta obvia: “¿Para qué otra marcha al Zócalo, si como presidente y beisbolista aficionado en dos años colgará el bate, el guante, las medias y los tacos?”. Esto es, si en cuatro años no bateó por arriba de 300, como un día presumió, sino muy por debajo de los 200, el dueño del equipo, es decir, el “pueblo bueno”, está en su derecho de darlo de baja “ipso facto”, por bajo rendimiento.
Simplemente no podría seguir en activo, salvo en otro puesto, aunque fuera de “recoge- bolas”. Pero entonces, tendrían que mantenerle el sueldo, y tampoco sería rentable. Entonces, deberá inventar otra actividad con alto valor monetario, para afrontar la colegiatura, en “libras esterlinas”, de su hijo menor, quien actualmente estudia la instrucción primaria “in Ingland”, porque aquí, en la ciudad de México, “el nivel académico es bajo”.
Los zócalos llenos ocurrieron en tiempos en que fue jefe de gobierno del Distrito Federal, ahora Ciudad de México, cuyo costo de cientos de camiones de pasajeros desplazados de estados circunvecinos y de otros más alejados, como Guerrero, Oaxaca y Michoacán, fue a cargo del erario nacional; es decir, de impuestos aportados por millones de comerciantes, empresarios y trabajadores de la Gran Ciudad. “¿De dónde más?”.
Nadie sabe de dónde sacaba López Obrador recursos millonarios, si sólo trabajó un día como oficial mayor del gobierno de Tabasco. Recibió su nombramiento en la mañana del 15 de agosto de 1983 y, al día siguiente, el 16 de agosto por la mañana, presentó su renuncia “por no satisfacer sus aspiraciones de tener contacto con el pueblo”.
Esto sucedió cuando asumió el cargo de gobernador de Tabasco, Don Enrique González Pedrero, un hombre culto y honesto.
En la actualidad, como presidente de México, López Obrador y sus colaboradores cercanos, llamados “servidores de la Nación”, y una gran parte de la burocracia al servicio de instituciones federales y de gobiernos de estados y municipios, se han dado a la tarea de recorrer las comunidades y ciudades de los diferentes estados de la República, para “invitarlos a una gran manifestación” (que posiblemente sea la penúltima) de “apoyo al señor presidente, con motivo de su Cuarto Informe de Gobierno”.
Los “servidores de la Nación” acuden a los domicilios de adultos mayores, beneficiarios de la “Pensión para el Bienestar”, así como de trabajadores gubernamentales, a fin de invitarlos “de manera “voluntaria, a que acudan a la marcha que se realizará este 27 de noviembre, con una sola advertencia: de no asistir, es posible el retiro de dicho beneficio, y no sólo se considerará a los adultos mayores, sino que se incluye al esquema mismo de “siervos de la Nación”.
El manual del populista señala que, para contrarrestar los efectos de una megamarcha promovida por organizaciones no afines a su proyecto, se deberá organizar de inmediato otra, de igual o mayor dimensión, para contrarrestar los efectos de la primera.
Burócratas asalariados que trabajan en la estructura gubernamental se verán obligados a asistir a esta marcha, igualmente amenazados de que podrían perder su empleo. La orden es irrebatible, “necesitamos que acudan miles, no importa el costo”.
En realidad, el informe que se espera de López Obrador, será nada optimista, por los resultados deficitarios en todos los rubros: en política internacional, en la economía, donde ya la inflación pasó del 10 por ciento promedio anual, sobre todo en alimentos básicos.
Si hablamos en particular del huevo, cuyo aumento es cercano al 50 por ciento; en leche, igual porcentaje, en tortillas, de 10 pesos el kilogramo, pasó a 22 pesos. Eso es el doble de aumento; en gasolinas, cuyo precio actual es subsidiado con el cien por ciento por el mismo gobierno. En términos económicos, esto significa la práctica de una “economía de ficción”. Ya no hablemos de salud pública, de seguridad nacional, de desempleo en el campo y la ciudad; de déficit en la balanza comercial; de la dependencia en cuanto a remesas que envían trabajadores mexicanos en Estados Unidos y Canadá, que ya pasan del billón de pesos (con B de Billón), lo cual significa la octava parte del Presupuesto de Egresos de la Federación.
Por otra parte, ese avión tan mencionado como ejemplo de corrupción, debió ser entregado en el juego de lotería de hace dos años. Si se vendió un boleto de esa rifa, pues ese número fue el ganador. Pero no. Ahora parece que se lo van a donar al Ejército. Pues que lo hagan y que ya no saquen más dinero a los incautos, que económicamente son pobres.
Y también, este año se rifaron al parecer ocho lotes ubicados en la costa sinaloense, con potencial turístico. Y también se anunció que se construirá una presa de almacenamiento de agua para riego de 24 mil hectáreas, sabiendo que Sinaloa ha absorbido grandes cantidades de dinero fiscal, destinado a la construcción de infraestructura hidráulica. Eso estuvo muy bien, pero lo hicieron gobiernos anteriores visionarios.
Cuenta Sinaloa con casi un millón de hectáreas destinadas al riego y, es de reconocer que, los sinaloenses, son muy trabajadores. Producen al año más de 6 millones de toneladas de maíz, y es el primer estado productor del grano, lo mismo que de hortalizas y papa. Pero, respecto de la rifa, de esos bienes señalados, no se sabe nada de los ganadores de la Lotería Nacional.
Todos estos resultados, o falta de resultados, es lo sobresaliente del gobierno que encabeza don Andrés Manuel López Obrador. Para eso va a concentrar en el zócalo a miles de personas, “inocentes palomitas”, que se han dejado engañar.
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