Reuters
Partidarios del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se reunieron el martes frente al Congreso en Brasilia para respaldar al líder de extrema derecha en su disputa con el Supremo Tribunal Federal (STF), exacerbando un conflicto que ha sacudido a la democracia más grande de América Latina.
El lunes por la noche, cientos de manifestantes vestidos con los colores verde y amarillo de la bandera brasileña rompieron un cordón policial y camiones en los que sonaban las bocinas avanzaron hacia el Congreso.
Fueron bloqueados por barreras policiales en ese momento, y nuevamente el martes, para que no llegaran a la corte suprema, que algunos manifestantes prometieron ocupar en una protesta inspirada en el asalto del 6 de enero al Capitolio de Estados Unidos por partidarios del entonces presidente Donald Trump.
El STF ha autorizado investigaciones sobre aliados de Bolsonaro por acusaciones de que atacaron las instituciones democráticas de Brasil con información errónea en redes sociales. Bolsonaro ha calificado las investigaciones ordenadas por la corte como una violación del derecho a la libertad de expresión.
El Congreso y los tribunales también resistieron el intento de Bolsonaro de introducir el voto impreso como respaldo de un sistema de votación electrónica que, según él, es vulnerable al fraude. El tribunal electoral mantiene que el sistema es transparente y seguro.
Bolsonaro instó a los partidarios del gobierno a acudir en números récord, con la esperanza de que una exhibición abrumadora contrarreste su caída en las encuestas de opinión y los reveses en su enfrentamiento con el Poder Judicial.
«A partir de ahora no admito que otras personas, una o dos, jueguen fuera de las cuatro líneas (de la Constitución). La regla del juego es una sola, respetar nuestra Constitución», dijo Bolsonaro a partidarios el martes, reiterando sus recientes críticas a ciertos magistrados del STF, antes de ponerse la banda presidencial y salir en un Rolls Royce descapotable a un evento militar por el Día de la Independencia.
En Río de Janeiro, a lo largo de la playa de Copacabana, filas de camiones envueltos en banderas brasileñas permanecían estacionados a lo largo de la explanada tocando las bocinas, mientras ciclistas vestidos de amarillo avanzaban gritando.
«Estoy aquí porque soy brasileño y como cristiano. Hoy tenemos un presidente que cree en Dios y en la familia», dijo Claudio Mattos, de 44 años, con pintura amarilla en la cara y usando una gorra de camuflaje. Afirmó que era un oficial de policía militar fuera de servicio.
El apoyo de larga data a Bolsonaro entre las bases policiales y militares ha contribuido a la preocupación de que los oficiales uniformados puedan participar en manifestaciones o no contener posibles excesos. Los críticos temen que el presidente esté alentando a los partidarios hasta el punto de que podrían intentar invadir la sede del STF.
Las fuerzas de seguridad de Brasilia utilizaron gas lacrimógeno frente al Ministerio de Relaciones Exteriores el martes por la mañana para detener a la multitud que se dirigía hacia la corte. Una plaza pública frente al STF permanecía cerrada por barreras y una fila de policías, mostraron imágenes de televisión.
Bolsonaro afirmó el viernes que las manifestaciones serán un ultimátum a los magistrados de la corte suprema que habían tomado lo que llamó decisiones «inconstitucionales» contra su gobierno.
Los críticos del mandatario dicen que está sembrando dudas para que pueda cuestionar los resultados de las elecciones del próximo año, mientras las encuestas de opinión ahora muestran que perdería ante el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Ninguno ha confirmado su candidatura.
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