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El derrumbe de la presa hidroeléctrica Kajova y el vaciamiento de su represa en el río se han sumado a las penurias de una región sometida a ataques de artillería y misiles durante más de un año. Rescatistas llevan agua potable a los habitantes y les advierten que el agua contaminada puede causar enfermedades.
Miles de personas han perdido su hogar, tierras de labranza están arruinadas, el acceso a la electricidad y las redes de telefonía celular está restringido o directamente interrumpido y el torrente ha desplazado minas terrestres, dicen las autoridades.
En la margen occidental del Dniéper, bajo control ucraniano, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, llegó para evaluar la respuesta a los daños, la evacuación de civiles y la distribución de agua y ayuda.
Después de visitar un centro de distribución y una instalación médica, Zelenskyy ordenó una «evaluación justa» de los daños causados por las inundaciones y la elaboración de un plan para compensar a los habitantes que han sufrido daños, dijo su oficina.
Por el momento no se conoce la verdadera magnitud del desastre en una zona en la que vivían más de 60 mil personas.
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